A la hora de pensar en una estrategia para el control de las enfermedades en cereal hay que tener en cuenta que se deben dar tres condiciones para su aparición:
- Condiciones medioambientales favorables: Los periodos de lluvia intensos o el exceso de humedad ambiental (100% HR) con temperaturas suaves (15-25ºC) y viento son el clima más favorable para la generación de enfermedades. También nos puede influenciar el tipo de suelo, las labores realizadas, el riego, el abonado, etc.
- Patógenos: Los hongos son los principales causantes en enfermedades en trigo y cebada y dependerá de la especie, raza, virulencia y estado de desarrollo que se desarrollen unas u otras.
- Cultivos: Es el huésped de la enfermedad y será más o menos sensible a ella en función de su variedad, ciclo productivo, tolerancia a la enfermedad, etc.
En los últimos años, el uso de fungicidas en el cultivo de cereal ha aumentado con el fin de controlar el impacto que tienen las enfermedades en el rendimiento de este. Las más comunes son:
- La Helmintosporiosis (Pyrenophora teres o pyrenophora tritici repens): Afección principalmente de la cebada que se presenta en forma de lesiones foliares de color pardo-negruzco. Sus ataques tempranos debilitan las plantas reduciendo el número de espigas y granos viables. Este hongo puede sobrevivir en los restos de cosecha y producir inóculo viable durante al menos dos campañas.
- Rincosporiosis (Rhynchosporium secallis): Esta enfermedad aparece sobre todo en la cebada en forma de manchas ovales alargadas con el centro gris claro y borde oscuros. Puede provocar una disminución de la capacidad fotosintética de la planta, aminorando la migración de los nutrientes hacia el grano. El inóculo puede sobrevivir en rastrojos y sus esporas se dispersan fundamentalmente por la lluvia y el viento.
- Septoria (Tritici y nodorum): Ataca principalmente al trigo presentándose los síntomas en forma de manchas cloróticas ovales que se desarrollan longitudinalmente entre los nervios de las hojas, terminando estas lesiones por tomar un color pardo con halo amarillento. El tejido se necrosa y sobre estos aparecen puntos que son los picnidios. Estos picnidios liberan conidios que causan infecciones secundarias, así va subiendo la enfermedad gradualmente desde las hojas inferiores a las superiores pudiendo llegar a las glumas de las espigas. En condiciones favorables de humedad se producen daños incluso en los tallos.
- Roya parda (Puccinia hordei en cebada, Puccinia triticina en trigo): Esta alteración popular entre los cultivos del trigo y la cebada produce esporas que se dispersan fácilmente en días secos y con viento. Se presenta cerca de etapa del espigado en forma de pústulas de color pardo-anaranjado, sobre todo en el haz de las hojas, aunque también puede verse en espigas. Si la planta se infecta, puede llegar a tener dificultades para asimilar los nutrientes y padecer una alteración de su metabolismo, reduciendo su crecimiento y productividad.
- Roya amarilla (Puccinia striiformis): Ataca principalmente al trigo presentándose primero en pequeños rodales cloróticos con pequeñas pústulas amarillo-anaranjadas en las hojas. Las zonas afectadas se acaban necrosando, disminuyendo la capacidad fotosintética y de la migración de los nutrientes al grano y como consecuencia, se reduce el rendimiento. En condiciones de humedad y temperatura, las pústulas liberan esporas en forma de polvillo anaranjado y con la ayuda del viento, se dispersa la enfermedad a grandes distancias.
- Oídio: Está causado por hongos ectoparásitos que forman manchas pulverulentas blanquecinas en la superficie de las hojas, comenzando por las hojas más bajas y ascendiendo después hasta la espiga. Se desarrolla en condiciones adecuadas de humedad y temperatura y las esporas también se transmiten por el viento. Puede afectar a la avena, cebada, centeno y trigo. Si las manchas evolucionan, acaban necrosando, provocando disminución de la capacidad fotosintética y reducción en la migración de los nutrientes al grano.
- Fusarium: Es una enfermedad causada por varios hongos de los géneros Fusarium y Microdochium, presentes en muchos suelos con restos vegetales. Afecta al trigo, cebada y avena y se puede propagar mediante la germinación de las semillas infectadas, el ataque a las raíces o por rastrojos infectados deteriorando principalmente las espigas donde surgen manchas marrones que evolucionan a necrosis. El problema más grave de esta enfermedad se debe a la producción de micotoxinas (sustancias altamente tóxicas) que los hongos generan en su desarrollo y que evita la comercialización del cereal. Suele ser frecuente en zonas encharcadas y de cultivos de gran desarrollo vegetativo.
¿Por qué se debe hacer uso de fungicidas en cereal?
Generalmente se suelen realizar una serie de medidas preventivas para evitar posibles infecciones como son usar semillas certificadas, la rotación de cultivos, sembrar variedades menos sensibles, enterrando de restos de cosecha, etc. Sin embargo, en algunas ocasiones, no suelen ser totalmente efectivas para el control de hongos puesto que las esporas se dispersan por las zonas de cultivo de cereal.
Por eso, es cada vez más necesaria la aplicación de fungicidas en el cultivo de cereal tanto en la erradicación como en la prevención. Cuanto antes se traten nuestros cultivos de cereal con fungicidas, antes evitaremos que las infecciones se hagan más severas y las planta vaya completando los diferentes estados fenológicos de la mejor manera posible. Así, conseguiremos una mejor asimilación de los nutrientes y que la posterior migración al grano sea lo más eficiente posible, obteniendo unas espigas más sanas con granos más llenos.