La cochinilla mexicana (Dactilopyus opuntaie), una plaga agresiva que parasita y acaba marchitando a las tuneras, se está expandiendo “sin control” por el archipiélago canario, según ha alertado la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (ASAGA Canarias ASAJA). Este cóccido se detectó por primera vez en La Palma (Fuencaliente) en 2010, aunque actualmente también está presente en Tenerife y Lanzarote.

La preocupación del sector es máxima porque se teme que los efectos destructores que provoca la cochinilla mexicana sobre las tuneras acaben por extinguir esta especie (adaptada a las condiciones edafoclimáticas insulares y poco exigente en agua y manejo), de la que históricamente se ha obtenido la cochinilla (Dactilopyus coccus, un parásito que convive con su hospedador, pero no lo mata) para la producción de tinte natural, que cuenta con la Denominación de Origen Protegida (DOP). Además, su fruto, el higo pico, ha formado y forma parte de la alimentación de los canarios, mientras que las palas o pencas se emplean como alimento para el ganado o incluso para el ahumado de los quesos.

Visualmente, las plantas infestadas se caracterizan por una densa secreción algodonosa que, pasado un tiempo, acaba debilitando y matando la tunera. Si la pala o penca presenta un grado de infestación superior al 75%, no hay recuperación, advierte ASAGA.

Los agricultores se ven indefensos al no disponer de medios para combatir esta plaga ya que, oficialmente, no hay registrado ningún producto fitosanitario para su control. Las únicas prácticas permitidas son la aplicación de agua a presión y el raspado de las pencas para su limpieza, el uso de jabón potásico, el aceite de parafina o mediante la suelta de enemigos naturales sobre los que todavía se sigue investigando. Estos métodos han logrado salvar algunas plantas, pero no frenar el avance de este parasitoide que el viento favorece su dispersión. Se propaga a gran velocidad y es muy prolífera. Aun así, al margen de esta especie perteneciente a la familia de los cactus, no consta que la cochinilla mexicana pueda afectar ni a la flora autóctona ni a otros cultivos.

Para el secretario general de Asaga Canarias Asaja, Theo Hernando, “es necesario que los agricultores dispongan de información y formación para saber cómo actuar para poder controlar la expansión de este insecto plaga. El aprovechamiento de la tunera forma parte de nuestra cultura, pero también podría convertirse en una actividad atractiva para diversificar nuestro sector dado el potencial de los diferentes productos que se obtienen e incluso la transformación de sus frutos en cuarta gama como se está investigando, de ahí la necesidad de establecer un plan para protegerla”.

Según el Instituto de Estadística de Canarias (ISTAC), hay registradas un total de 154 hectáreas de tunera en las islas, de las que 37,38 se encuentran en Tenerife, cerca de nueve menos que en 2015. El municipio de Buenavista, con 12,38 hectáreas, registra la mayor concentración de tuneras de la isla. En La Palma, la superficie controlada se sitúa en 12,5 hectáreas y en Lanzarote, en 13,8 hectáreas. Gran Canaria cuenta con 50 hectáreas y Fuerteventura con 27,3 hectáreas.

Investigaciones recientes señalan que de la tunera se puede aprovechar la totalidad de la planta para diferentes fines. Las palas o pencas pueden usarse como vegetales para consumo humano; el mucílago (fibra), en la fabricación de cremas, bioplásticos o biopolímeros; la flor es apta para la preparación de tisanas y de las semillas se puede extraer aceite de uso cosmetológico. Además, desde el punto de vista medioambiental, se convierte en una aliada frente al calentamiento global dada su capacidad para captar CO2.