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Andalucía

La agricultura andaluza busca ser clave en la soberanía alimentaria de la UE

Los eurodiputados Lina Gálvez (PSOE) y Juan Ignacio Zoido (PP).

Los eurodiputados Lina Gálvez (PSOE) y Juan Ignacio Zoido (PP). / Juan Carlos Vázquez

Mascarillas y guantes imposibles de conseguir, semiconductores que no llegan y paralizan cadenas de producción enteras, un país (Rusia) que amenaza con congelar media Europa interrumpiendo el suministro de gas, la inflación desbocada por el precio de la energía y la falta de grano por la guerra. Los acontecimientos de los últimos años han puesto de relieve la debilidad para los estados de unas cadenas de producción globalizadas y la necesidad de garantizar la capacidad de actuar de manera autónoma en determinadas materias.

La autonomía estratégica, un concepto nacido en el ámbito de la defensa pero extendido a otras áreas, se torna clave para la Unión Europea. Fabricación interna de productos críticos, suministro de materias primas y energía entran en esa necesaria reconfiguración del modelo económico, como también el concepto de soberanía alimentaria, que garantice bienes básicos no solo a Europa, sino también a otras partes del mundo. Y ahí Andalucía tiene un papel que jugar, con un gran potencial renovable y actividades, como la minería, que cobran un nuevo significado, pero sobre todo, por su sector agroalimentario diversificado y con posibilidades de crecimiento.

Así lo ponen de relieve los eurodiputados andaluces, los encargados de defender los intereses de la comunidad autónoma en Bruselas y Estrasburgo. Juan Ignacio Zoido (PP) y Lina Gálvez (PSOE), participaron hace unos días en Sevilla en un seminario del Parlamento Europeo y la Comisión Europea sobre los fondos Next Generation y destacaron en un encuentro con periodistas el potencial andaluz en el escenario que se ha abierto en los últimos años, especialmente en la agricultura, un sector con una producción de calidad. Para ambos, “la soberanía alimentaria es fundamental” y, en ese ámbito, Andalucía puede y debe seguir avanzando en materia agrícola. Pero para desarrollarlo, apuntan, este sector requiere de un refuerzo para afrontar un escenario cada vez más complejo, en un contexto de alza de precios y reducción de la producción.

Zoido, miembro de la Comisión de Agricultura de la Eurocámara, advierte de las dificultades y del “descontento generalizado” que vive el sector agrícola no solo en España, sino en toda Europa. El alza de precios y la caída de la producción, en la que incide la sequía, se suman a la competencia de productos de terceros países en una espiral ante la que el popular demanda que se relajen las nuevas exigencias de la Estrategia de la granja a la mesa (que busca una producción más sostenible) o de biodiversidad. “Hay que acompasar las medidas de lucha contra el cambio climático en el tiempo”, considera el europarlamentario, para evitar que la producción agraria se reduzca justo cuando Naciones Unidas reclama lo contrario. Porque “si la situación no cambia –carestía de productos y desabastecimiento de grano por la guerra– estamos en la antesala de una hambruna de la que seríamos responsables” en los países terceros.

El potencial renovable de Andalucía es otra de sus bazas en el nuevo escenario europeo

El europarlamentario demanda también límites a la importación de productos para evitar una competencia desleal con los españoles y avisa del daño que ha supuesto el plan estratégico de la Política Agraria Común, elaborada “en otro momento”. Asimismo, reclama que se destine un mayor volumen de los fondos europeos Next Generation a la agricultura, porque esta solo se llevará el 1% de los 140.000 millones (préstamos y subvenciones) que recibirá España del Mecanismo para la Recuperación y Resiliencia hasta 2026 a pesar de suponer el 10% del PIB nacional.

Lina Gálvez destaca la situación de la agricultura andaluza, “algo se habrá hecho bien cuando tenemos un sector sostenible y bien distribuido” y se muestra de acuerdo con la necesidad de impulsar el sector agroalimentario, pero recuerda que las prioridades de ejecución de los fondos europeos vienen marcadas desde Bruselas. Quizás en este momento “se le hubiera dado más importancia en el Mecanismo de Recuperación a la agricultura”, pero la configuración de los fondos se hizo en una etapa anterior, en la pandemia. Y sus objetivos fundamentales son la transformación ecológica y digital, la cohesión social y territorial y la igualdad de género (esta última introducida en el caso de España).

La agricultura es la primera pata, pero no la única de la autonomía estratégica en la que Andalucía puede jugar un papel. Como el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, explica en un artículo, el peso de la UE en el mundo está disminuyendo y “la ciencia, la tecnología, el comercio, los datos y las inversiones se están convirtiendo en fuentes e instrumentos de presión de la política internacional”. Se hace necesario reforzar la autonomía de la UE en campos en los que ahora mismo no la tiene. Por ejemplo, señala Gálvez, en el ámbito energético “en el que vamos hacia una mayor unidad”, como demostrarían los pasos que se están dando en las últimas semanas en la UE con la posible extensión de la excepción ibérica. Habría que reforzar las interconexiones eléctricas y ya está en marcha una apuesta por las renovables en la que Andalucía tiene mucho que decir. “Estamos en muy buena situación para ser un hub energético, tanto en renovables como en hidrógeno verde”, recuerda la vicepresidenta de la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento.

Otra batalla es la externalización de las cadenas de producción, tensionadas en los últimos años y que han sufrido disrupciones con la pandemia. La dependencia de otros países es un riesgo, que en el caso de las materias primas añade en muchas ocasiones la situación inestable de los lugares en las que se encuentran. En su discurso sobre el Estado de la Unión en 2022, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ya advertía que el litio y las tierras raras pronto serán más importantes que el petróleo y el gas y anunciaba una Ley Europea de Materias Primas Fundamentales, además de la búsqueda de acuerdos estratégicos para garantizar el material necesario para una producción cada vez más europea. Y ahí, apunta Gálvez, cobra un nuevo valor la minería española y andaluza y sus productos.

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