Olimerca.- En el último siglo, entre los años 1922 y 2016, la necesidad hídrica de los cultivos se ha incrementado en más de un 21%, según un estudio en el que han participado investigadores de la Escuela Técnica superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). 
El trabajo propone además un nuevo indicador denominado agua violeta, para medir el estrés hídrico que se ha visto incrementado en un 30% en ese mismo periodo.

Según explica Eduardo Aguilera, investigador del Departamento de Química y Tecnología de los Alimentos de la ETSIAAB y del CEIGRAM-UPM y uno de los participantes en este trabajo, “en las últimas décadas ha crecido la preocupación por el futuro impacto del cambio climático en la producción agrícola, siendo uno de los principales puntos calientes el consumo de agua y su creciente escasez, que según las previsiones afectará especialmente a la cuenca del Mediterráneo”. Añade que “consecuentemente, está creciendo el interés científico tanto a nivel nacional como internacional sobre la huella hídrica del sector agrario”.  

Carencias
Sin embargo, la literatura científica presenta, para los autores, dos importantes carencias: no se ha prestado suficiente interés al desacoplamiento entre las necesidades hídricas de los cultivos y el agua disponible en el suelo; y prácticamente no existen estudios de largo plazo que consideren simultáneamente los cambios estructurales que se han dado en la agricultura y los efectos del cambio climático.

Así, con el objetivo de salvar esos dos inconvenientes y analizar hasta qué punto el cambio climático ha influido en las necesidades hídricas de los cultivos, los investigadores revisaron los datos de que se dispone desde 1922 a 2016 y establecieron modelos para estudiar tanto los cambios en los requerimientos hídricos, como sus causas.

El agua violeta se constituye como un nuevo indicador que sintetiza el desacoplamiento entre el agua de lluvia disponible y el agua que necesitan los cultivos y es útil para diseñar agroecosistemas sustentables desde el punto de vista hídrico 

Además, crearon un nuevo indicador que da cuenta del desacoplamiento existente entre los requerimientos hídricos de los cultivos y el agua disponible en el suelo, al que han denominado agua violeta. Éste se obtiene sumando dos componentes: el estrés hídrico y las necesidades de riego.

Climatología y localización
Los resultados de la investigación muestran que, en el periodo estudiado, desde 1922 a 2016, los requerimientos hídricos de los cultivos crecieron un 21% y el agua violeta un 30%. La razón, para los investigadores, tiene su origen en el cambio climático, sobre todo en el primer caso.

Según afirma Jaime Vila Traver, investigador del Laboratorio de Historia de los Agroecosistemas de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, tras los análisis realizados, han llegado a la conclusión de que “el principal factor explicativo del aumento de los requerimientos es el calentamiento global, que conlleva un aumento de la evapotranspiración de referencia de los cultivos. En cambio, el aumento del agua violeta se dio por la acción conjunta del cambio climático y los cambios de ubicación espaciotemporal de los cultivos”.

El estudio, que ha contado con otros investigadores de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y la Universidad de Granada, se ha publicado en Science of the Total Environment y recientemente ha sido premiado con el XV Premio de Historia Agraria Ramón Garrabou, concedido por la Sociedad de Estudios de Historia Agraria (SEHA).