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sábado, abril 20, 2024
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El ciclo vegetativo que nos espera en la vid esta primavera

El sector vitivinícola ya se moviliza con vistas a la vendimia de 2023, al igual que está ocurriendo en algunas cepas, que han empezado a despertar mediante el fenómeno fisiológico que conocemos como ‘lloro’

Tomás Jurío. Ingeniero agrónomo y enólogo

Llega la primavera y se empieza a notar cierta inquietud por parte de algunos viticultores y bodegueros. Sin ir más lejos, hace escasamente una semana un bodeguero me preguntó si esta próxima vendimia de 2023 vendría adelantada o no, a lo cual tuve que responder que la adivinación no es lo mío, y ni siquiera sería técnicamente correcto aventurar algo con los datos disponibles hasta la fecha.

Por otro lado, algunos viticultores independientes empiezan a contactar con bodegas para conseguir “colocar” sus uvas mediante un contrato digno, que en justicia se merecen. Ambos hechos son señales de que el sector vitivinícola de cara a la próxima vendimia se está movilizando, al igual que ya está ocurriendo en algunas cepas que han empezado a despertar mediante el fenómeno fisiológico que conocemos como “lloro”.

Foto 1. Lloro perdiguero
Foto 1. Lloro perdiguero

A pesar de que todo viticultor lo conoce, no está de más recordar qué es el lloro (fotografía nº1), por qué se produce y cuándo tiene lugar. Normalmente en nuestras latitudes este fenómeno tiene lugar en el mes de marzo con la llegada de la primavera.

Es un fenómeno en el cual las raíces de la cepa comienzan a realizar una de sus funciones, como es la de absorber nutrientes del suelo; estos nutrientes, junto con las reservas que han comenzado a movilizarse, circulan por los haces vasculares de la planta en forma líquida, lo que comúnmente se conoce como “savia”, y al llegar al lugar donde menos resistencia tiene dicha savia, que es el corte de poda, rompe esa película protectora y sale al exterior gota a gota.

La composición de este líquido transparente se basa en su mayoría en ácidos orgánicos, sales minerales y azúcares. La salida al exterior ocurre porque la planta todavía no tiene hojas que pueda metabolizar esa savia bruta. Es un fenómeno fisiológico puramente físico que se genera por una diferencia de presión entre la raíz y los cortes de poda. En inviernos secos, como pudiera ser el que acabamos de finalizar, los lloros suelen ser más escasos y a veces podrían pasar inadvertidos.

La duración del lloro suele oscilar entre una semana y diez días, y la cantidad de líquido que emanan, aunque muy variable, puede oscilar entre uno y seis litros por cepa.

Portainjerto y variedad

En la duración y la cantidad del líquido exudado influyen diversos factores, como son el portainjerto, la variedad de vid, el desarrollo del sistema radicular, el tipo de suelo, la humedad de este, la edad de la cepa, su vigor, el número de cortes de poda y el tamaño de su sección.

Imagen 2. Sustancia gomosa que paraliza el lloro
Imagen 2. Sustancia gomosa que paraliza el lloro

El lloro finaliza por la actuación bacteriana que recubre los cortes de poda con una sustancia gomosa (fotografía nº2), y por las sales minerales que precipitan en la superficie de la herida de poda al evaporarse el lloro, obturando de este modo los haces vasculares.
Menos frecuentes son los “lloros de sangre”, los cuales pueden acontecer en primaveras frías; estos lloros recubren los cortes y heridas de poda de una sustancia mucilaginosa rojiza por la acción del hongo Hypomices biossalettianus (fotografía nº3).

Para que las raíces comiencen a funcionar es necesario que la temperatura del suelo a la altura de las raíces haya alcanzado los diez grados centígrados. Quiero apuntar también que el lloro, independientemente de su duración y cantidad, no debilita en nada a la cepa, salvo en muy raras ocasiones.

¿Vendimia adelantada?

Volviendo a la pregunta inicial de mi amigo el bodeguero, quizá no podamos saber todavía, con rigor técnico, si la vendimia vendrá o no adelantada, pero quizá sí que podamos comparar con otros años e intentar prever el comportamiento que puedan tener nuestras cepas en los próximos meses bajo condiciones medias y normales.

Foto 3. Lloro de sangre

Para ello hay que tener en cuenta dos cosas, el ciclo vegetativo del año anterior y por tanto el estado sanitario y desarrollo de la cepa, y en segundo lugar las condiciones climáticas del invierno que estamos a punto de terminar.

El viñedo no es un cultivo anual, sino permanente, y por ello casi todo lo que acontezca en un ciclo vegetativo tendrá consecuencias en el siguiente; no siempre estas consecuencias son visibles y en muchos casos ni siquiera cuantitativas, pero las tiene.

¿Por qué, si no, unos viñedos viven más que otros, o unos dan uvas de más calidad que sus vecinos? Por hacer un inciso, al final las cepas son como las personas, en general quien tiene una vida sana y equilibrada de niño y joven, generalmente llega mejor a viejo y vive más; pues bien, a la cepa le pasa lo mismo.

Esto que comento es un pequeño, pero importante matiz que generalmente se les olvida a los viticultores. Estos solo piensan en la próxima vendimia y luego… ya veremos.

La importancia del frío

Si nuestro viñedo en el ciclo anterior ha estado muy infectado de plagas y enfermedades, no nos quepa duda de que quedarán crisálidas, larvas, huevos, esporas, micelios, etc. en la madera de la cepa, en los restos de madera de poda, en tocones arrancados y en el mismo suelo. Por tanto, un invierno largo y frío ayudará a disminuir los reservorios de estas plagas y enfermedades, además, si ha sido un invierno donde la nieve haya hecho acto de presencia en cantidad y duración también ayudará a la sanidad del ciclo siguiente.

Tengamos en cuenta que la vid en su estado de reposo vegetativo puede aguantar temperaturas de hasta menos veinte grados centígrados. Continuando con el ciclo vegetativo del año anterior, también es importante conocer el estado nutricional que haya tenido nuestro viñedo, así como saber si el agostamiento o caída de las hojas ha sido bueno.

Nutricionalmente me refiero a que la planta no haya padecido ninguna importante deficiencia mineral, no haya tenido clorosis, no haya sufrido sequía, etc. y un agostamiento bueno es aquel que, después de la vendimia la cepa sigue conservando gran cantidad de hojas sanas en sus sarmientos hasta que todas las reservas se hayan traslocado a las partes vivaces de la cepa, como son los brazos, tronco y raíces.

Agostamiento

El buen agostamiento se consigue con otoños suaves, tal y como fue el otoño anterior, luego es de suponer, teniendo en cuenta este factor, que nuestras cepas tendrán buenas reservas para la brotación de esta próxima primavera, pero no nos confiemos porque hay otros factores durante el invierno y la primavera que también influyen en la brotación.

Un invierno lluvioso es positivo para recargar los acuíferos y que la cepa tenga la humedad suficiente para poder tener una brotación buena. Teniendo en cuenta la pluviometría de este invierno no vamos bien, pues no ha llovido lo suficiente.

En cuanto a la temperatura media ambiente, horas de frío y temperatura media del suelo a la altura de las raíces de este invierno, las conclusiones no serían determinantes para poder dictaminar si la brotación será buena o no. Lo que sí es un dato es que el suelo ha llegado antes a los diez grados centígrados que otros años atrás, y por tanto el lloro ha comenzado antes, algo que se ha podido constatar.

Por otro lado, los inviernos secos suelen favorecer brotaciones más tempranas. Sin embargo, ello no indica que la brotación vaya a producirse antes. Si llegara una primavera fría el proceso inicial se retrasaría, y además, una vez iniciado si las temperaturas bajas continuaran la brotación se ralentizaría.

Esta ralentización no es favorable, pues con ello hay un riesgo superior a que el ataque de ácaros, gusanos grises y pájaros sea mayor.

Por tanto, podríamos avanzar de cara al próximo desarrollo del viñedo que partimos con un buen agostamiento pero con unas bajas reservas de agua, que el lloro y por tanto la actividad de la cepa ha comenzado un poco antes, de tal forma que si las próximas temperaturas medias primaverales son normales o altas la brotación se adelantará.

Ahora bien, se necesitará algo de agua primaveral para que continúe el desarrollo correcto en los primeros estados fenológicos.

Tras todo lo expuesto, y como quiero responder a mi amigo el bodeguero, le puedo decir que tal y como van las cosas, y si las condiciones meteorológicas en el resto de los meses hasta el fin del ciclo son normales y no acontecen heladas primaverales, ni accidentes extraordinarios, es muy posible que la próxima vendimia venga adelantada; obviamente para cada suelo, cada variedad, cada producción, las fechas serán distintas.

Como recomendación al viticultor, le aconsejaría que vigilara de cerca las partes verdes de la cepa desde la brotación hasta el estado fenológico G (racimos separados). Lo más importante que debe controlar en estos primeros estadíos, según zonas, serían las siguientes plagas y enfermedades: acariosis, araña roja y amarilla, barrenillo, piral, gusanos grises, pájaros, excoriosis y oídio.

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